abril 28, 2004

Imagina que vas subiendo el Everest, llevas más de la mitad, estás sumamente agotado, demasiado exhausto, tienes ganas de ir a dormir y descansar de tanto ajetreo. De repente, encuentras dos alternativas: BAJAR y SEGUIR. Si tomas la opción BAJAR, te habrás dado por vencido y aunque pueda ser muy fácil irte a tu casa, al final no tendrás nada y serás otro perdedor más que no pudo lograr llegar a la punta de Everest. No sabrás lo que significa haber dado todo por lo que deseabas y te acredita para un diploma de conformista y estúpido al no conocer lo que la vida te ofrece y mucho menos serás lo suficientemente fuerte para seguir viviendo. Si llegas a la punta de Everest, podrás lograr todo. En cambio, si decides subir, tendrás la satisfacción de tener tu corazón lleno, de haber contemplado la verdadera pureza de la vida, las ganas de seguir viviendo por un motivo, la felicidad hecha realidad. Sabrás que todo lo que haces vale la pena a corto o largo plazo, por más cansado que estés, siempre habrá un momento en que puedas contemplar la paz y el verdadera belleza...tu eres todo lo que deseo, eres lo que quiero y eres el motivo de mi lucha, se que es difícil, pero tenemos algo peligrosamente fuerte y francamente prefiero cansarme y desagarrarme la piel que darme por vencido y conocer la vida sin tí. Así que seguiré subiendo, no hay duda de que lo vales; sólo espero que sigas ahí cuando haya llegado...